miércoles, 2 de noviembre de 2016

«EL PROSELITISMO ES PECADO»

(LA ÚLTIMA MENTIRA DE BERGOGLIO)
por Alejandro Sosa Laprida
(accesible en formato PDF aquí)


« Y acercándose, Jesús les habló, diciendo: ‘‘Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo’’. »
(Mt. 28, 18-20)

Francisco junto a una estatua de Lutero en el Vaticano

VATICANO, 28 Oct. 16 / 02:10 pm (ACI).- El pasado 24 de septiembre el Papa Francisco concedió una entrevista al director de la revista jesuita sueca Signum, P. Ulf Jonsson, que ha sido publicada hoy en la revista jesuita La Civiltà Cattolica.

https://www.aciprensa.com/noticias/texto-entrevista-del-papa-francisco-con-la-civilta-cattolica-antes-del-viaje-a-suecia-84744/

« Lutero ha dado un gran paso para poner la Palabra de Dios en las manos del pueblo. Reforma y Escritura son las dos cosas fundamentales que en las que podemos profundizar mirando la tradición luterana. »

Es decir que, según Francisco, antes de Lutero, la Iglesia no enseñaba a los fieles la Palabra de Dios. Es más, Francisco avala implícitamente la acusación luterana según la cual la Iglesia habría constituído un obstáculo para que los creyentes conociesen la historia sagrada y pudiesen instruirse en las verdades reveladas. Y las palabras de Francisco implican también que Lutero y los protestantes son legítimos intérpretes de la Palabra de Dios, aunque hayan sido excomulgados, la interpreten en un sentido distinto del católico y a pesar de que todas las tesis luteranas hayan sido condenadas por el Concilio de Trento, es decir, por el magisterio infalible de la Iglesia. Pretender que se pueda « profundizar » la comprensión de la Sagrada Escritura gracias a la hermenéutica luterana y que la Iglesia pueda « reformarse » inspirándose en el cisma protestante es un delirio de proporciones inauditas. Cualquier sacerdote u obispo que hubiese tan siquiera sugerido semejantes dislates con antelación a Vaticano II hubiese sido considerado ipso facto sospechoso de herejía y suspendido inmediatamente en su ministerio…

« Hay una cuestión que debemos tener muy clara en este caso: hacer proselitismo en el ámbito eclesial es pecado. Benedicto XVI nos dijo que la Iglesia no crece por el proselitismo, sino por la atracción. El proselitismo[1] es una actitud pecaminosa. Sería como transformar a Cristo en una organización. Hablar, rezar, trabajar juntos: ése es el camino correcto por el que debemos avanzar. »

Francisco nos está diciendo que intentar explicar a un protestante que la Iglesia católica es la única Iglesia verdadera, fundada por Nuestro Señor Jesucristo, y a la cual debería convertirse para vivir su cristianismo de manera plena y verdadera, no está bien, no es una obra de misericordia espiritual, sino que es algo moralmente condenable. Resulta pues que procurar hacer regresar al redil a las ovejas extraviadas es considerado como una falta y un motivo de escándalo por aquel que no vacila en afirmar que Lutero no se equivocó en relación a la doctrina de la justificación[2] y que su aporte espiritual al cristianismo es digno de encomio…

Se trata de una afirmación tan grotesca y tan contraria a la enseñanza del magisterio de a Iglesia (anterior a Vaticano II, huelga decir), que tamaño disparate no requiere ningún tipo de refutación. Quien la necesitara sería, o bien en razón de una ignorancia supina, remediable fácilmente leyendo cualquier catecismo anterior a Vaticano II, o bien a causa de una mala fe notoria y de un enceguecimiento voluntario…

Que no se produzca una reacción pública e inmediata de cientos de sacerdotes y de obispos en el mundo entero ante declaraciones tan agraviantes para la fe católica es algo que resulta sencillamente aterrador, signo inequívoco de que nos hallamos de lleno en el período escatológico conocido como la « gran apostasía » anunciada por Nuestro Señor y por San Pablo. Cabe añadir que dicha apostasía universal de la fe católica es uno de los principales signos escriturísticos anunciadores del advenimiento del Hombre de Pecado, de quien no puede excluirse la posibilidad de que Francisco sea el Precursor y el Falso Profeta, cuya misión consistirá precisamente en allanarle el camino…


Las religiones pueden ser una bendición, pero también una maldición. Los medios de comunicación a menudo comunican noticias de conflictos entre grupos religiosos en el mundo. Algunos afirman que el mundo sería más pacífico si las religiones no existieran. ¿Qué responde a esta crítica?

« ¡Las idolatrías que están en la base de una religión, no la religión! Hay idolatrías que están unidas a las religiones: la idolatría del dinero, de las enemistades, del espacio superior al tiempo, la codicia de la territorialidad del espacio. Existe una idolatría de la conquista del espacio, del dominio, que ataca las religiones como un virus maligno. La idolatría es una falsa religión, es una religiosidad equivocada. Yo la llamo “una trascendencia inmanente”, es decir, una contradicción. Sin embargo, las religiones verdaderas son el desarrollo de la capacidad que tiene el hombre de trascenderse hacia lo absoluto. El fenómeno religioso es trascendente y tiene que ver con la verdad, la belleza, la bondad y la unidad. Si no hay esta apertura no hay trascendencia, no hay verdadera religión, hay idolatría. La apertura a la trascendencia entonces no puede de ninguna manera ser causa de terrorismo, porque esta apertura está siempre unida a la búsqueda de la verdad, de la belleza, de la bondad y de la unidad. »

Estas palabras demuestran que Francisco no sólo no es católico: él no es ni siquiera cristiano. Hablar de « religiones verdaderas » es una aseveración tan grotesca que no precisa comentario alguno. Es algo tan contrario a lo que la Iglesia a enseñado siempre, tan opuesto incluso al más elemental sentido común, que se hace difícil concebir que semejante falsedad pueda sostenerse públicamente sin provocar ninguna reacción en la abrumadora mayoría de los católicos. No poder identificar ni comprender esta anomalía teológica flagrante en el discurso bergogliano, que debería ser evidente y manifiesta para cualquier cristiano medianamente instruído, es un signo inequívoco de una profunda y preocupante enfermedad del espíritu…

Cabe añadir que, como buen modernista (es decir, como buen gnóstico), para Francisco Dios, la revelación divina, la gracia sobrenatural, la Iglesia, etc., no son realidades externas al hombre, que le son presentadas y a las que debe adherir en vistas a alcanzar la salvación. La « trascendencia », entendida como potencialidad sobrenatural salvífica, es una cualidad inherente a la persona, la cual debe desarrollar la capacidad que tiene de « trascenderse hacia lo absoluto ». Esto es inmanentismo y gnosticismo puro, en la línea de su maestro panteísta, el jesuita evolucionista apóstata Pierre Teilhard de Chardin. Por último, al decir que « hay idolatrías que están unidas a las religiones », Francisco da por sentado que, en sí mismas, no existen las « religiones idolátricas », el aspecto « idolátrico » » sería un mero añadido exterior y accidental, del cual pueden y deben purificarse. Así pues, no se puede decir, por ejemplo, que el hinduísmo, el jainismo o el budismo sean cultos idolátricos, ni sus partidarios idólatras, en la medida en que dichos « cultos » permiten al hombre desarrollar su capacidad de « trascenderse hacia lo absoluto »…

Es por ello que siempre insisto en el mismo punto al analizar los discursos bergoglianos: nos encontramos ante un universo mental completamente extranjero al cristianismo y a la revelación bíblica, aunque engañosamente disimulado bajo un lenguaje cristiano, tenemos que vérnoslas con el universo de la gnosis panteísta y evolucionista, en su variante teilhardiana, la cual ha logrado tomar las riendas del Vaticano desde el CVII y, dando la impresión de continuar el catolicismo, no persigue otro objetivo que el de realizar la unión de todas las religiones, superando las « diferencias dogmáticas » que « dividen », ya que todo ser humano sería una « chispa » de la divinidad, y la redención consistiría en la toma de conciencia de ese hecho capital, para el cual las « religiones » serían instrumentos más o menos adecuados, en tanto y en cuanto ayudan al hombre a « trascenderse hacia lo absoluto ».

Las divergencias teológicas deben por consiguiente relativizarse, quedar en segundo plano, ya que no son sino expresiones subjetivas y relativas de la « experiencia religiosa » de los « creyentes ». Esto es, huelga aclararlo, modernismo en estado puro, basta con releer la encíclica Pascendi de San Pío X para convencerse de ello, en donde se define el modernismo como la « síntesis de todas las herejías ». Pues bien, la Iglesia, desde JXXIII en adelante, está gobernada por modernistas, cuyo hilo conductor es el « ecumenismo » y el « diálogo interreligioso », y sus más emblemáticas expresiones, las cinco reuniones « multireligiosas » celebradas en Asís por iniciativa de los « papas » JPII, BXVI y del mismo Francisco, en septiembre pasado. Entiendo que ésta es una constatación muy difícil de asumir, pero me parece que seguir negando el problema no es una alternativa razonable…


« Es verdad que las Iglesias jóvenes[3] tienen un espíritu más fresco y, por otro lado, hay Iglesias envejecidas, Iglesias un poco adormecidas, que parecen estar interesadas solamente en conservar su espacio. En estos casos no digo que falte el espíritu: existe, sí, pero está cerrado en una estructura, en un modo rígido, temeroso de perder espacio. En las Iglesias de algunos países se ve que falta frescura. En este sentido la frescura de las periferias da más lugar al espíritu. Se necesita evitar los efectos de un mal envejecimiento de las Iglesias. »

Francisco parecería ignorar que en la tierra no hay más que una sola Iglesia de Cristo, por El fundada hace casi dos milenios, la Iglesia católica, la cual, a su entender, formaría parte de las « Iglesias envejecidas », mientras que las diversas sectas nacidas de la « reforma » protestante serían las « Iglesias jóvenes », menos rígidas, menos apegadas a estructuras de poder, más maleables y dóciles al « espíritu »…

En su visita a Suecia llegará a uno de los países más secularizados del mundo. Una buena parte de su población no cree en Dios, y la religión juega un papel muy modesto en la vida pública y en la sociedad. Según usted, ¿qué se pierde una persona que no cree en Dios?
« No se trata de perderse algo. Se trata de no desarrollar adecuadamente la capacidad de trascendencia. El camino de la trascendencia da lugar a Dios, y en esto los pequeños pasos son muy importantes, incluso para los agnósticos o los ateos. Para mí, el problema surge cuando uno está cerrado y considera que su vida es perfecta en él mismo, y por lo tanto permanece encerrado en sí mismo sin la necesidad de una trascendencia radical. »

No abundaremos en mayores comentarios al respecto, pues está dicho que para un modernista la religiosidad surge de la propia subjetividad del individuo que toma conciencia de su « trascendencia radical » y luego desarrolla por sí mismo su capacidad de « trascenderse hacia lo absoluto ». Lo que el ateo se « pierde », según Francisco, no es algo que le sea « extrínseco » (la revelación divina, la gracia sobrenatural, etc.), sino la posibilidad de realizar por sí mismo el desarrollo de su « trascendencia radical », la toma de conciencia salvífica de que somos todos, por naturaleza (no por adopción, mediante la gracia de Dios y la fe en Jesucristo), « hijos de Dios »[4]. Y es por eso que el « proselitismo » es un obstáculo insalvable y « pecaminoso » en el camino del « ecumenismo » conciliar[5], pues es fuente de división « dogmática » allí donde lo único que cuenta es la unidad resultante de la común experiencia religiosa que conduce a todos los hombres hacia lo « absoluto », hacia la « trascendencia radical » que reside en lo más recóndito de su ser. De ahí la noción de salvación universal[6] que profesa el impostor argentino…


NOTAS:

[1] « El proselitismo es una solemne necedad, no tiene sentido. Es necesario conocerse, escucharse y hacer que el conocimiento del mundo que nos rodea crezca. A mí me pasa que después de un encuentro quiero tener otro porque nacen nuevas ideas y se descubre nuevas necesidades. Esto es importante, conocerse, escuchar, ampliar el marco de los pensamientos. […] Nuestro objetivo no es el proselitismo sino la escucha de las necesidades, de los deseos, de las desilusiones, de la desesperación, de la esperanza. Debemos devolver la esperanza a los jóvenes, ayudar a los viejos, abrirnos hacia el futuro, difundir el amor. Pobres entre los pobres. Debemos incluir a los excluidos y predicar la paz. » Entrevista con Eugenio Scalfari el 24 de septiembre de 2013, publicado el 1 de octubre en La Repubblica.
[2] https://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2016/06/27/entrevista.html «Creo que las intenciones de Martín Lutero no eran equivocadas -respondió Francisco- era un reformador; puede que algunos métodos no fueran acertados, pero en aquel tiempo la Iglesia no era precisamente un modelo a seguir: había corrupción, mundanidad, apego al dinero y al poder. Y por eso protestó. Era inteligente y dio un paso hacia delante para justificar por qué lo hizo. Y hoy luteranos y católicos, protestantes y todos, estamos de acuerdo en la Doctrina de la Justificación: en este punto tan importante no se había equivocado. [Lutero] elaboró un medicamento para la Iglesia, que después se consolidó en un estado de cosas, en una disciplina, una forma de creer, una forma de hacer, una forma litúrgica. »
[3] « Las Iglesias jóvenes logran una síntesis de fe, cultura y vida en progreso diferente de la que logran las Iglesias más antiguas. Para mí, la relación entre las Iglesias de tradición más antigua y las más recientes se parece a la relación que existe entre jóvenes y ancianos en una sociedad: construyen el futuro, unos con su fuerza y los otros con su sabiduría. El riesgo está siempre presente, es obvio; las Iglesias más jóvenes corren peligro de sentirse autosuficientes, y las más antiguas el de querer imponer a los jóvenes sus modelos culturales. Pero el futuro se construye unidos. » Entrevista con el Padre Antonio Spadaro s.j. director de la Civiltà Cattolica el 19, 23 y 29 de agosto de 2013.
[4] « Como muchos de ustedes no pertenecen a la Iglesia católica y otros no son creyentes, de corazón doy esta bendición en silencio a cada uno de ustedes, respetando la conciencia de cada uno, pero sabiendo que cada uno de ustedes es hijo de Dios. » Bendición silenciosa dada a los periodistas presentes en la Sala Pablo VI del Vaticano, en la primer audiencia pontifical con los medios de prensa, el 16 de marzo de 2013.
[5] « Para las relaciones ecuménicas es importante una cosa: no sólo conocerse mejor, sino también reconocer lo que el Espíritu ha ido sembrando en los otros como don también para nosotros. » (…) - Intento captar cómo ve el Papa el futuro de la unidad de la Iglesia. Me responde: « Tenemos que caminar unidos en las diferencias: no existe otro camino para unirnos. El camino de Jesús es ése. » Entrevista con el Padre Antonio Spadaro s.j. director de la Civiltà Cattolica el 19, 23 y 29 de agosto de 2013.
[6] « Dios es luz que ilumina las tinieblas y que aunque no las disuelva hay una chispa de esa luz divina dentro de nosotros. En la carta que le escribí recuerdo haberle dicho que aunque nuestra especie termine, no terminará la luz de Dios que en ese punto invadirá todas las almas y será todo en todos […] El Señor a todos, a todos nos ha redimido con la sangre de Cristo: a todos, no solo a los católicos. ¡A todos! ‘‘Padre, ¿y los ateos?’’. A ellos también. ¡A todos! ¡Y esta sangre nos hace hijos de Dios de primera clase! ¡Hemos sido creados hijos a imagen de Dios y la sangre de Cristo nos ha redimido a todos! » Entrevista con Eugenio Scalfari el 24 de septiembre de 2013, publicado el 1 de octubre en La Repubblica.   
                                                    

1 comentario:

  1. Son muchas las incongruencias que ha dicho Bergoglio y que traen de cabeza a una cantidad cada vez mayor de cristianos creyentes: ¿Hasta dónde llegará y qué consecuencias traerá para la Iglesia actual? no lo sabemos, pero no será para nada bueno, cuando vemos que la Iglesia como tal puede sufrir un cisma, el cual ya muestra ribetes peligrosos para la fe de muchos.

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