Habían acertado el titular los mercenarios de siniestra |
(En todos los casos, la cifra inicial corresponde al año 2004 y la segunda al 2014, correspondientes al inicio y al fin del mandato de Livieres) Total de sacerdotes: 79 - 140; cursos y conferencias pro-vida: 0 -19; miembros de cofradías de adoración perpetua: 0 - 5813; comunidades de retiro: 0 -54; personas que hacen retiros por mes: 0 - 2080; capillas de adoración perpetua: 0 - 8; retiros mensuales para el clero: 0 -10; capellanes para hospitales: 1 -7; matrimonios: 1257 -6277; bautismos: 9543 -21556; internos de las cárceles atendidos espiritualmente: 203 -1400. Y un largo y elocuente etcétera.
Cuando se conoce que el motivo de la remoción de este pastor ha sido el presunto encubrimiento de un sacerdote acusado de pedofilia (acusación presentada ante el fuero penal norteamericano y rechazada in limine no sólo por falta de pruebas, sino incluso por el absurdo de que quien se decía agraviado por el sacerdote era mayor de edad al momento de los supuestos hechos) y que, contemporáneamente, Bergoglio confirma en la Curia romana y en el próximo Sínodo de la Familia a un reconocido cómplice de la depravación de sus clérigos como el belga cardenal Danneels (sigamos con los números: 476 casos imputados al ex-obispo de Brujas, cobijado por Danneels), entonces los niveles de indignación trepan a las nubes.
Más cuando esta jugada le sirve al Obispo de Roma, aparte de saciar un deseo personal de venganza contra uno de aquellos que tiene por sus enemigos desde los años de su primado en la Argentina, para acreditarse ante la prensa sahumadora con la filfa de la "tolerancia cero" con los pretes pederastas. Entonces, pues, y viendo aglutinarse en la figura del pontífice prendas de tanto bulto como oportunismo, rencor, venganza meticulosamente preparada, injuria, devastación, hipocresía (que, a decir verdad, no le van en zaga a las que enumera el Apóstol en II Tim 3,2), ¿qué mucho que, como el protagonista de La femme pauvre, de Léon Bloy, a quien le tocó ver encarnado en otro sujeto un parecido cortejo de vicios, exclamemos, mesándonos los cabellos con horror: «amiga mía, ¡he visto al diablo!».